(imagen de la web)
…Y esta puerta tan estrecha que no abre
Entornadas sus hojas -pequeñas hendijas-
con curiosidad de sombra otean mi camino,
y en el fuego interno que consume mis horas,
volátiles los sueños en capullos de ceniza.
Dónde quedarán sus aldabas -pócimas escuetas-
que al beberlas fecundan la libertad negada,
de ser ese anhelo tantas veces anhelado.
Siniestro, como ave revoloteando el cadalso,
el viejo oráculo de mis pecados me conmina;
ave rapaz de ceñido velo
no me empujes, aún hay tiempo redimido.
Agotados sermones de fugaz idilio,
destellan en las esferas de mis lágrimas
y un púrpura de ocaso me surca las mejillas.
……………………
…Y esta puerta tan estrecha que no abre.
Eduardo Albarracín
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