HOLA AMIG@

Amigo de las letras y de los sones que ellas encierran, agradezco tu presencia en esta sinfonía de palabras, que sólo enmudecen para escuchar tu silencio. El precioso silencio de quien disfruta de la lectura. Te dejo mis versos y mis cuentos, para que vayas despacio, hacia tu propio encuentro.

sábado, 30 de julio de 2011

Diluvio


Cuarenta días y aún nada.
-Remen, no se cam sem
-Cruje
-¡Jafet!
-Elele fante
-Bájalo
-¿cuervo?
-No e paloma.
Y un nuevo orden reinó sobre la tierra.

Eduardo Albarracín

miércoles, 20 de julio de 2011

SER



En este minúsculo cosmos donde vibro,
donde mis sueños se encriptan en partículas
de energía pura;
una  sola gota de tu vida me inunda
la existencia de ternura.
Que bello paisaje pintan tus manos
ausentes de tiempo y de espacio,
sellando con el YO SOY el epitafio
de la propia muerte ya vencida.
Me cubres, me cobijas, me anidas,
yo tan insignificante y débil criatura;
que ahora encubre con sus sueños la locura
que pugna por coronarme en este reino.
Que halago de tu premura, socorrerme presto,
cuando en la hora de andar a tientas
colmas de luz todas mis negruras,
y me regalas la hermosura de tu silencio.
Partícula, exiguo trozo de universo,
corazón de carne latiendo inhiesto
y sangre hecho río en el culebrío de las venas.
Eso soy y nada más que eso,
Misterio del cosmos, descifrado  y a la vez secreto.

Eduardo Albarracin


martes, 19 de julio de 2011

20 de Julio

“Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad” 
Neil Armstrong

Este magnifico acontecimiento, logro de la humanidad representada en unos pocos privilegiados, ha dado motivo para que el mundo celebre hoy el “Día del Amigo”.
¡Qué absurdas son nuestras manifestaciones sociales!
Proclamarnos amigos en la luna, mientras aquí –abajo o arriba– según cómo se lo mire, vivimos arrancándonos, no ya los ojos, sino el corazón, casi a diario.
La amistad, sentimiento sublime que nos une en el afecto a quienes la vida, por sus intrincados senderos y misterios, nos ha reunido, no en un acontecimiento con connotaciones espectaculares, sino una construcción social sutil y silenciosa, que se da a través del descubrirse el uno para el otro, de abrirse y de aceptarse, más allá de la diferencias.
El amigo no se idealiza, no se formatea, se lo acepta tal como es o se lo deja de lado, pero no se lo manipula.
Paradójicamente, el mundo habla de amistad cuando se avizora un plano de falla por donde se pueda sacar ventajas. Son países amigos aquellos que pueden celebrar alianzas intervencionistas sobre los recursos de otros, o aquellos que producen lo que a otros les falta para celebrar el triste “cambalache” del siglo XXI.
No han dejado los imperialistas, colonizadores y usurpadores de vender espejitos de colores a quienes, obnubilados por sus destellos, creen en esas amistades antojadizas y perniciosas que terminan digiriendo las culturas y las identidades para someterlos, tarde o temprano, al juego del libre comercio vendiendo ellos lo que vale cien y comprando lo que vale uno.
La verdadera amistad no es producto del colonizaje de la tierra, de los mares o del espacio, la verdadera amistad se teje, como un sagrado manto, a partir de las diferencias, allanando senderos, aportando desinteresadamente y, por sobre todas las cosas, respetándonos, cuanto más débiles más que a otros.
El hombre es un lobo para el hombre”; “El ser humano es egoísta y solo piensa en su interés” (Thomas Hobbes); “El hombre tiene un sentimiento natural de benevolencia. ( Hume, Rosseau, Schopenhauer, Confucio ). Pensamientos filosóficos que no han terminado de aceptarse pero que nadie puede negar o rechazar de plano.
El hombre, haciendo gala de su raciocinio y de su poderío intelectual, debe aprender a cultivar la amistad. Cuando más árida le parezca la tierra, más debe usar sus facultades para transformarla.  Debemos convencernos, nadie fertiliza con más aridez. Sólo se fertiliza abonando con esperanza y con fe lo que la cizaña ha quitado, para que crezcan las espigas nuevas que nos darán el pan que nos amiga, no reúne y nos consuela. Entonces y sólo entonces, reinará la paz.
Mientras tanto, seguimos esperando el gran salto de la humanidad.

Eduardo Albarracín

Postumerías


Me pareció escuchar sus pasos subiendo la escalera. Me senté en la cama y corté la respiración para no hacer ruido y, torciendo el cuello, le presté oídos. Eran nítidos, no podían ser de otra persona, no, eran los de ella.
El corazón, en alocada carrera, subía hasta mi boca llenándola con sus latidos que se me inflaban los cachetes. Si la abría, seguro salía despedido hacia fuera.
Los pasos abrieron la puerta, un suave halo de frescura me acarició el rostro y el desgastado chirrido de las bisagras me indicó que la cerraba.
Me recosté de nuevo, apoyando la espalda desnuda sobre las sábanas heladas y me entregué a la fortuna: pase lo que pase. Relamí mis labios resecos con la lengua también reseca y lentamente empecé a respirar de nuevo. Me hizo el amor, estoy seguro que me hizo el amor, sólo que las almas no dejan huella de sus humedades.

Eduardo Albarracín

lunes, 18 de julio de 2011

Conmutación de penas

Imagen de la web
Piedad pedía el reo en la hora extrema. Silencio en los labios y rigidez en los rostros de los verdugos. La pena de muerte no es un juego y alguien tiene que asumir el costo de tamaño papelón.
La guillotina quedó trabada a mitad del recorrido y la cabeza del sentenciado volvió a su sitio.

Eduardo Albarracín

Ardores de primavera



De repente cayó la noche y la luna, de un salto, apareció flotando en el cielo. El estrepitoso ruido sacudió las pasiones aletargadas y un volcán de ojos rojos, que centelleaba en las colinas, comenzó a vomitar su lujuria.
Era primavera y la manada de lobos en celo se disponía a preservar la especie.
Eduardo Albarracín


jueves, 14 de julio de 2011

Cuando se pierde un hijo


Perder  un hijo…
Es parir un puñal desgarrando las entrañas.
Es abrirse las venas con la filosa espada
de las mil preguntas con respuestas desacertadas.

Perder un hijo…
es alumbrar la noche con la oscuridad más despiadada
y abortar en su negrura todas las esperanzas,
fluyendo a borbotones por la boca del alma.

Perder un hijo…
es gritarle a Dios el despropósito angustiante
de cegar los sueños cuando mejor se soñaba,
y quedarse con las manos vacías,
sin panes que calmen tanto hambre.

Perder un hijo…
Es también confiar en las promesas que no fallan,
que más allá de todos los dolores
y de los ocasos que se ciernen a mitad del alba,
hay un sol que amanece entibiando la calma.

Perder un hijo…
Es reencontrarlo en el huerto muy de mañana,
luciendo su ropas de blanco brillante
y  en su cabeza la corona de la victoria bien calzada. 

No hay dolor que no se transforme en alegría.
El día del Señor está cerca. Marana tha.

Eduardo Albarracín