HOLA AMIG@

Amigo de las letras y de los sones que ellas encierran, agradezco tu presencia en esta sinfonía de palabras, que sólo enmudecen para escuchar tu silencio. El precioso silencio de quien disfruta de la lectura. Te dejo mis versos y mis cuentos, para que vayas despacio, hacia tu propio encuentro.

jueves, 14 de enero de 2016

AMANCER (Haykus)



Somnolientase
el lucero del alba
al umbral del día.

Vuelan pájaros.
Melancólica luna
otea distancias.

Dorado cielo,
esponjosa y risada
su cabellera

Ahora cubre,
con un bullicio de  aves,
al rey que sale.


lunes, 4 de enero de 2016

Me urge tu voz


Me urge tu voz
en el encuentro de la tarde.
Sobre el pastel del cielo
hay un murmullo de aves
que regresan del silencio.
Conozco sus escondites.
Vuelan tristes con sus alas
perforadas de olvidos
y dejan caer, cada tanto,
una lágrima.
Conozco sus dolores.
Son aves migrantes
de balcones y alboradas,
de adioses sin retorno
y de palabras fragmentadas.
Conozco sus historias.
Por eso me urge tu voz
en el encuentro de la tarde,
porque la soledad mata
y el silencio tapa
lo que el olvido calla.
Extraño tu boca enamorada.

E.A.
Poemas sin sal

sábado, 2 de enero de 2016

COSMOGONIA


Noche de cosmos eternos
orillando las costas
de mi único universo.
De mi espacio sin tiempo
en la dimensión desmesurada
de los sueños;
allí donde se encuentran
la flor y el silencio,
y en sus fugaces miradas
engendran frutales de estrellas.
Noche de cosmos eternos,
orillando las costas
de perdones sin olvidos
al influjo de la vieja pena.
¿Qué otra noche robará del alba
el ocaso del lucero?.

KABALA : 2016 = 9 = (2+0+1+6)


“ El desierto crece: ¡ay de aquel que dentro de sí cobija desiertos!...
(F. Niestche)
Caer para levantarse de nuevo,
como el ave fénix resurgiendo de las cenizas.
Así mi alma, dueña de los desiertos,
los cobija y hace crujir la piedra.

Levántate alma mía,
aún quedan oasis para beber
y la noche ya se aleja en su desmesura.
No pierdas el rumbo de las estrellas.

Una nueva aurora parirá un mañana nuevo,
ya sus gritos de parto invaden lo invadible.
Ha llegado, alma mía, tu hora,
el desierto reclama su agonía.

Desde su profunda garganta de arena
brillará la gloria de mis días.
Habré vencido.
¡Ay de mí si no los cobijara!