Llueve. Y es la lluvia
que surca la letánica tarde,
el óbice nocturno
de las palabras silentes
que borbotean exánimes.
Lejos, tu presencia esgrime
otras razones
que mi angustia no comprende,
hay soledad en mis manos
y llueve.
que surca la letánica tarde,
el óbice nocturno
de las palabras silentes
que borbotean exánimes.
Lejos, tu presencia esgrime
otras razones
que mi angustia no comprende,
hay soledad en mis manos
y llueve.
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