La muerte se acicala frente al viejo y desvencijado espejo del vestíbulo. Cada noche se prueba una nueva máscara tratando de disimular su belleza. Se ve linda y atractiva y sus gestos sensuales ya no le parecen tan terroríficos.
–Es que ahora hay muchos tontos que me coquetean -se dice a ella misma.
–¡Déjalos! -le grita furioso el espejo poniéndose rojo de vergüenza, y por poco no la mata del susto.
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