(imágen de Internet)
Sí, creo…
Sí, creo…
En la poesía donde los versos juegan,
en la luna taciturna que embriaga a los poetas
y en el ramo de rosas olvidado sobre la mesa
cuando la pasión se acaba.
Sí, creo…
En el dolor de las madres que pierden un hijo,
en la herida abierta que deja la indiferencia
y en el oráculo de las tardes cenicientas
cuando las lágrimas empañan los sueños.
Sí , creo…
En el silencioso dolor de los viejos,
en la marchita soledad de su mundo vencido
y en las manos callosas de tanto refregar olvidos
cuando los hijos no vienen.
Sí, creo...
En la amistad a ultranza más allá de los defectos,
en la puesta de sol a orillas de un río cuando ya no hay pesca
y en la palabra oportuna cuando falta el aliento
y la muerte parece más cerca.
Sí, creo…
En el amor que renace después de las tormentas,
en el arcoíris de una nueva alianza
y en el sutil vuelo de las mariposas de primavera
cuando estalla la esperanza.
Sí, creo…
Y por creer nada me falta.
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