Áridas manos,
cubiertas de escamosa penumbra,
firman en la plana la sentencia
haciendo de la ley su desmesura.
No encuentran sosiego,
les urge la avaricia;
y lo pobres, rehenes de sus miedos,
sólo acaparan pobrezas.
Mueren, sólo a morir aprendieron,
con la panza hinchada de hambre
y la frente cubierta de gloria;
son los indios, los nuestros, los descartables.
Allá en el Chaco, en Formosa,
allá en la puna, en Salta,
allá donde haya uno más uno,
hay una nación hecha trizas.
Nadie los ve porque nadie los mira;
mientras las manos,
cubiertas de escamosas penumbras,
cosechan honores en el altar de la injusticia.
Me duelen esas manos,
me duelen porque son humanas,
me duelen porque son criminis causa.
Eduardo Albarracín
Poemario Americano
Poemario Americano
En el día de Diversidad Cultural
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