“ El desierto crece: ¡ay de aquel que dentro de sí cobija desiertos!...
(F. Niestche)
(F. Niestche)
Caer para levantarse de nuevo,
como el ave fénix resurgiendo de las cenizas.
Así mi alma, dueña de los desiertos,
los cobija y hace crujir la piedra.
Levántate alma mía,
aún quedan oasis para beber
y la noche ya se aleja en su desmesura.
No pierdas el rumbo de las estrellas.
Una nueva aurora parirá un mañana nuevo,
ya sus gritos de parto invaden lo invadible.
Ha llegado, alma mía, tu hora,
el desierto reclama su agonía.
Desde su profunda garganta de arena
brillará la gloria de mis días.
Habré vencido.
¡Ay de mí si no los cobijara!
como el ave fénix resurgiendo de las cenizas.
Así mi alma, dueña de los desiertos,
los cobija y hace crujir la piedra.
Levántate alma mía,
aún quedan oasis para beber
y la noche ya se aleja en su desmesura.
No pierdas el rumbo de las estrellas.
Una nueva aurora parirá un mañana nuevo,
ya sus gritos de parto invaden lo invadible.
Ha llegado, alma mía, tu hora,
el desierto reclama su agonía.
Desde su profunda garganta de arena
brillará la gloria de mis días.
Habré vencido.
¡Ay de mí si no los cobijara!
No hay comentarios:
Publicar un comentario