Imagen de la web |
Piedad pedía el reo en la hora extrema. Silencio en los labios y rigidez en los rostros de los verdugos. La pena de muerte no es un juego y alguien tiene que asumir el costo de tamaño papelón.
La guillotina quedó trabada a mitad del recorrido y la cabeza del sentenciado volvió a su sitio.
Eduardo Albarracín
No hay comentarios:
Publicar un comentario