Es una tarde lánguida.
Pájaros de alas enjutas
empollan soledad entre las hojas;
nadie pasa por esta calle ausente.
Metáforas de soles fríos
queman mis ojos.
Se detuvo la deriva del tiempo
en un ocaso hundido al poniente.
Todo es ausencia,
el grito hondo de la noche
espanta los latidos,
y de mis huesos rotos,
el rumor del río,
cruje en un carrusel de piedras.
La última tarde que te ví
también era otoño.
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