(Oslo - Noruega)
Por mendigar tras tus pasos esquivos
No tan sólo que perdí la cabeza,
también resigné, en mi vil pobreza,
laxos deleites de amores furtivos.
Y ya nunca jamás podré decirte
lo que siento, ¡oh! mi noble locura,
ni de mi corta razón la más pura
verdad que me llevara a perseguirte.
Tal vez deba ya, sin más, apartarte
de todo sueño, soñada ternura,
y de la pasión en su audaz premura
las desbocadas ansias de encontrarte,
más si pudiera a los ojos mirarte
me rendiría a los pies de tu figura.
Por mendigar tras tus pasos esquivos
No tan sólo que perdí la cabeza,
también resigné, en mi vil pobreza,
laxos deleites de amores furtivos.
Y ya nunca jamás podré decirte
lo que siento, ¡oh! mi noble locura,
ni de mi corta razón la más pura
verdad que me llevara a perseguirte.
Tal vez deba ya, sin más, apartarte
de todo sueño, soñada ternura,
y de la pasión en su audaz premura
las desbocadas ansias de encontrarte,
más si pudiera a los ojos mirarte
me rendiría a los pies de tu figura.
Eduardo Albarracín
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