Eran dos amantes desencontrados.
Mientras él, en la cresta de la ola,
ella en la profundidad del valle.
Y el mar en su loco vaivén,
en partículas azules los diezmaba.
Eran dos amantes que jugaban
a nunca encontrarse,
porque estando lejos se extrañaban,
y el mar, diluyendo sus locuras, los excitaba.
Recién entonces, en la plena marea,
bajo las piedras de la rompiente se amaban,
y sus pieles de gamuza, pegajosas y álgidas
se adherían a las rocas…y cantaban.
Eran dos sirenas escamas de plata
que a la luz de la luna brillaban,
y era un faro su amor misterioso
en las noches azules de todos los mares.
Cuando volvía la marea,
en las ondas de las olas montaban
para luego ser, cresta y valle
amor y piedra, eternos amantes
que juegan a nunca encontrarse;
hasta que el mar diluya de nuevo sus locuras
y excitados vuelvan a amarse.
Mientras él, en la cresta de la ola,
ella en la profundidad del valle.
Y el mar en su loco vaivén,
en partículas azules los diezmaba.
Eran dos amantes que jugaban
a nunca encontrarse,
porque estando lejos se extrañaban,
y el mar, diluyendo sus locuras, los excitaba.
Recién entonces, en la plena marea,
bajo las piedras de la rompiente se amaban,
y sus pieles de gamuza, pegajosas y álgidas
se adherían a las rocas…y cantaban.
Eran dos sirenas escamas de plata
que a la luz de la luna brillaban,
y era un faro su amor misterioso
en las noches azules de todos los mares.
Cuando volvía la marea,
en las ondas de las olas montaban
para luego ser, cresta y valle
amor y piedra, eternos amantes
que juegan a nunca encontrarse;
hasta que el mar diluya de nuevo sus locuras
y excitados vuelvan a amarse.
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