Fluye, todo fluye.
La paz, el sosiego,
el infinito placer
de la lluvia sobre la
piel
desnuda del alma.
Estremece y fluye.
Es suave
torrente
que se parte en
astillas oblicuas
que salpican
y se multiplican
cuando fluye.
Es luz y vibra en el
aquíahora de la vida,
haciendo posible el
imposible
pacto de amor que
enamora los sentidos.
Es poesía y es
afluente
del mar bravío de la
sangre,
que corre río abajo
por la pendiente de
los sueños.
Cuando fluye, todo
fluye.
El abrazo fluye
cuando abrasa
y arde en el fuego
que ilumina
el esbozo del paisaje
que Dios pintó para
sí en el alma humana.
¡Qué bello es el
amor!
cuando fluye.
Se esparce, penetra,
da sentido a todo lo
que toca;
por eso mi boca
–trémula, con la
respiración contenida–
bebe con avidez las
sombras
de tu bajo vientre
entre las olas,
de un mar que acaso
nos pertenece…
¡sólo cuando el amor
fluye!
(Publicado en el Portal de SVAI como Antología de la imagen)
Eduardo Albarracín
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