Fría la noche
me extiende sus brazos acuosos,
y yo me dejo abrazar
con la avidez del abrazo.
Se posa, me reposa,
me lame las mejillas,
y sobre las heridas del tiempo
humedece mis huellas.
Noche de perlas,
de lágrimas oblicuas
golpeando el silencio del espíritu
en busca de la palabra.
Aquí te respondo,
con la tibieza del poema,
confinando mis ojos
a la absurda medida de tu distancia.
Fría noche
de brazos acuosos,
yo sé del cansancio y de la espera;
reposa ahora en la tibia soledad de mi alma.
me lame las mejillas,
y sobre las heridas del tiempo
humedece mis huellas.
Noche de perlas,
de lágrimas oblicuas
golpeando el silencio del espíritu
en busca de la palabra.
Aquí te respondo,
con la tibieza del poema,
confinando mis ojos
a la absurda medida de tu distancia.
Fría noche
de brazos acuosos,
yo sé del cansancio y de la espera;
reposa ahora en la tibia soledad de mi alma.
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