En ese loco deambular por
las sonrisas falsas, fingiendo aceptarlas como un regalo oportuno, fui quitando
las cáscaras hasta quedarme con la semilla. Por fin fue tu amor sincero el que
germinó en ese huerto donde tú te desnudabas, para que yo bebiera de tu alma
desnuda la porción de paraíso que me tocó en herencia.
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