Sones de cuerdas atrapan en vuelo
las mariposas que mis sueños
soltaron aquella tarde;
cuando en mis trémulas manos,
y entre zozobras de agitados mares,
se mecía impávido el frágil velero de tu alma.
Musas errantes de intrincados pentagramas
lloran en preludios de amaneceres
tu partida y mi distancia,
jugando al olvido entre lágrimas
para no perder la costumbre
que tienen los amantes,
de encender los lujuriosos candiles de la mirada
cuando ya todo se apaga.
Eduardo Albaracin
Muy dulce, amigo, muy sensual, como debe ser la relación entre amantes. Otra perla de las tuyas para llegar al collar. Un abrazo, Eduardo.
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