El infierno de a poco fue quedando chico, por lo que se decidió abrir sucursales. Como se trataba de una empresa de riesgo, Lucifer encargó a sus demonios especializados realizar un estudio de mercado buscando la mejor ubicación para el nuevo averno, donde –además– no faltara materia prima.
No tuvieron que andar mucho. Apenas sacaron la cabeza del rescoldo se dieron con un paraíso: Vejámenes, violaciones, incestos, abortos, prostitución, drogas, crímenes, suicidios, trata de personas, tráfico de niños, robos, magia negra, delitos económicos y un sinfín de contravenciones para nada despreciables, conformaban el escenario adecuado.
Conformes, decidieron establecerse. Pero ahora andan un poco asustados; por las noches escuchan ruidos y temen que la competencia haya crecido demasiado.
Eduardo Albarracín
¡Qué ingenio, Eduardo! Excelente micro. Tengo a Mochuelo conmigo. Feliz que estoy. Lo puedes ver abajo que luce precioso, o en el sidebar. Un abrazo, amigo.
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