Manso reflejo de cielo
adormecido en infinito letargo ,
serena la doliente soledad
del corazón humano
y sirve una poción de paz
que pueda beberse de a sorbos
en el cuenco azul de las manos.
En el ciclo vital de la existencia,
la nieve de los años peinará tu cabellera
y es sutil, como la brisa mañanera,
el suspiro del alma en tales circunstancias
Una mirada al ayer sin culpas y sin penas
elevará el espíritu del poema
que tienes guardado en lo secreto,
y en esa cascada de sones, la braza del amor se volverá fuego.
Así es el camino, pausado y efímero derrotero.
Senda de luz y a los lejos, tu rostro y mi rostro
volviendo a la tierra.
Por eso, vive y ama, ama y vive.
De vivir y amar no te prives.
Busca en el infinito diapasón del viento
tu eco sin olvido, y ten por seguro
que en el último aliento,
un destello de luz inundará el universo.
El tuyo, el mío, el nuestro.
Vive, que para morir hay tiempo.
Y mañana, cuando la nueva aurora despierte;
tus sueños y mis sueños se fundirán en uno
más allá de todos los silencios;
y un nuevo sol, estrella augural del infinito,
partirá para nosotros el cielo.
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