Cayó la tarde y cayeron también las vendas.
Con los ojos límpidos pudieron ver sobre la mesa el pan partido y fragante, pero las manos que lo partieron habían desaparecido. Después de sentir el corazón en llamas, salieron corriendo a dar la noticia:
- - Un forastero encontradizo que se sumó en el camino, nos habló de Dios y de que era cierto todo lo que se dice.
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