(Imágen tomada de la web)
Era su última visita al médico. Ya estaba harta de escuchar siempre lo mismo: No ovulas.
Y ella desesperadamente buscando y buscando, al extremo de ya no sentir placer al hacerlo.
El último hombre violado se fue con sus genitales sangrando.
Con la angustia clavada como aguijón en el centro del pecho, se preparaba para recibir un nuevo no rotundo, pero esa vez sería diferente: Estaba embarazada.
El diablo había hecho de las suyas. Si todo sale bien, el bebé nacerá la próxima noche mala.
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