Ser
como la tierra sedienta
para comprender,
que en ocasiones
la lluvia es signo de amor.
Ser
como la montaña
movida por la fe,
para sentir
que más allá de la duda
hay un por qué.
Ser
como el río que va sin volver,
que su agua jamás
será igual,
porque es otra la lluvia
ni el trueno tampoco lo es.
Ser
como el sueño
que besa tu almohada
sin despertar,
como la lágrima que nunca fue,
porque no asomó para saber
que hay sueños que suelen doler.
Ser
como la tempestad,
como la luz del amanecer,
como la flor al abrir,
como el pájaro al trinar,
como un capitulo sin leer
como un libro sin final...
Así,
como la vida es,
como tiene que ser
(tal vez, quizás).
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