Estoy aquí, parado,
en el ápice desnudo de mi montaña;
mirando el ayer vencido,
contando las flechas disparadas,
y este páramo sangrante de utopías
retorciéndose en la arena caldeada.
Aciago campo de recios batallares
donde se desnuda la tristeza
sobre los porfiados cadáveres,
de los sueños hecho trizas,
de los besos nunca dados,
del abrazo sin calor de cuerpo,
del adiós sin apretón de manos.
Fulguran las espadas, aún certeras,
buscando el aliento de la última utopía,
para rasgar de un solo tajo
la esperanza que se enrosca, cómo víbora,
en el efímero consuelo de las letanías.
A pesar de este hostil reducto de miserias
que amenaza con tragarse el saldo que me queda,
como pájaro de alas perforadas
en el fondo de la trinchera,
seguiré soñando a escondidas.
Si sueñas sigues vivo, amigo, aunque sea en una trinchera. Un abrazo Eduardo.(fuerte y bello tu poema)
ResponderEliminarGracias Millz. Como siempre, muy generosa en tus comentarios. Abrazo
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