Y ese silencio atroz detrás de su caída,
me llenan el corazón de ansiedades
y lo rebozan de una loca melancolía.
y lo rebozan de una loca melancolía.
¿Qué luna de marfil amanecida
ha quedado sin vernos en las madrugadas,
deambulando por las plazas
o bailar pegados bajo las pérgolas floridas
al ritmo, acaso único, de nuestros propios latidos?
Ninguna, viejo amor, ninguna.
Ninguna, viejo amor, ninguna.
Que lejos me queda el tiempo
y cuan cerca tu recuerdo.
Vuelve en esta noche a traerme,
envuelta en las ondas azules de la fría llovizna,
aquella luna embelesada y taciturna
tantas veces de tu boca bebida.
Vuelve, viejo amor, que se nos va la vida.
Vuelve, viejo amor, que se nos va la vida.
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