Serán las flores
y los pájaros mudos,
mí epitafio.
La lluvia mansa
atraviesa colores;
falso arcoiris.
Golpe tras golpe
el cántaro se rompe;
como mis huesos.
Silencio sordo,
lejano crepúsculo,
última tarde.
Espacio sin luz,
la noche gira loca
a escondidas.
Los santos vienen,
con aureolas y palmas,
llorando salmos.